Por: Carlos Chen Arciniegas
Llueve en esta silenciosa noche
de calladas tormentas de céfiro calmo,
mustio embeleso de inconclusos versos,
sonoros acordes de melancólica nostalgia.
Soledad aflorando en el alma abstraída,
sombra cubriendo al ser en aflicción,
diáspora de pensamientos en su tristeza,
sentimientos en convergencia al latir del corazón.
Añoranza de un querer en la distancia,
eterna ternura en la profundidad del alma,
dulzura infinita en el sosegado corazón,
inmerso afecto del sereno espíritu.
Evocandote con tu alma perennemente hermosa
de inagotable ternura, plagada de dulzura,
por cuyo querer late mi enternecido corazón,
en busca del mirar de esperanza de sus ojos bellos
y de la ternura del alma que hay tras ellos.
(Del Libro Luna de Guarne)
de calladas tormentas de céfiro calmo,
mustio embeleso de inconclusos versos,
sonoros acordes de melancólica nostalgia.
Soledad aflorando en el alma abstraída,
sombra cubriendo al ser en aflicción,
diáspora de pensamientos en su tristeza,
sentimientos en convergencia al latir del corazón.
Añoranza de un querer en la distancia,
eterna ternura en la profundidad del alma,
dulzura infinita en el sosegado corazón,
inmerso afecto del sereno espíritu.
Evocandote con tu alma perennemente hermosa
de inagotable ternura, plagada de dulzura,
por cuyo querer late mi enternecido corazón,
en busca del mirar de esperanza de sus ojos bellos
y de la ternura del alma que hay tras ellos.
(Del Libro Luna de Guarne)
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